«El peligro de etiquetarse sin fundamento: Autodiagnóstico digital y salud mental»

La tecnología ha transformado la forma en que nos relacionamos, trabajamos y accedemos a la información. En segundos, podemos consultar cualquier síntoma físico o emocional en internet, obtener listas de posibles diagnósticos e incluso recomendaciones para “superarlo” sin salir de casa. Esta accesibilidad, aunque útil en muchos sentidos, puede convertirse en un riesgo grave cuando sustituye el acompañamiento profesional en temas de salud mental. El fenómeno del autodiagnóstico, alimentado por buscadores y redes sociales, va en aumento y con él, los peligros de interpretar erróneamente nuestro estado emocional. Este artículo busca generar conciencia sobre los riesgos del autodiagnóstico digital y reafirmar la importancia de confiar en profesionales capacitados.

Cibercondría: ansiedad impulsada por internet

Uno de los conceptos clave para entender esta tendencia es la cibercondría, definida como la preocupación excesiva por la salud que se incrementa tras buscar síntomas en línea. White y Horvitz (2009) demostraron que una simple búsqueda relacionada con “dolor de cabeza” podía terminar generando temor a padecer un tumor cerebral, debido a la forma en que los resultados están organizados y priorizados. Esta escalada de ansiedad puede provocar crisis emocionales innecesarias y consultas médicas por causas no justificadas.

Otros estudios han vinculado la cibercondría con intolerancia a la incertidumbre, pensamientos obsesivos y comportamientos compulsivos de búsqueda, particularmente en personas vulnerables a la ansiedad (Baumgartner & Hartmann, 2011). En lugar de tranquilizar, el exceso de información suele provocar lo contrario: más angustia, confusión y miedo.

Redes sociales: diagnóstico exprés sin evidencia clínica

Las redes sociales han dado visibilidad a temas de salud mental, lo cual representa un avance significativo. Sin embargo, cuando los contenidos virales sobre ansiedad, TDAH o trastorno límite de la personalidad se presentan como herramientas de diagnóstico, el riesgo de malinterpretación se dispara. Hashtags como #TDAH(transtorno por déficit de atención e hiperactividad) o #DID(transtorno de identidad disociativo) han sido tendencia en TikTok, y aunque pueden crear comunidad y normalización, también fomentan la autoetiqueta sin criterio profesional.

El problema no es hablar de salud mental en redes, sino hacerlo sin fundamentos clínicos. Muchos usuarios comienzan a identificarse con síntomas generales (como distracción o tristeza) y asumen que padecen un trastorno psicológico, sin tener en cuenta que el diagnóstico requiere una evaluación compleja, personal y especializada.

Consecuencias emocionales y sociales del autodiagnóstico

Auto diagnosticarse puede derivar en múltiples consecuencias:

  • Falsa autoimagen: asumir erróneamente que “soy ansioso” o “tengo TDAH” puede limitar el autoconcepto, fomentar el autosabotaje o justificar conductas disfuncionales.
  • Desviación del tratamiento adecuado: la confianza en soluciones caseras o en consejos no profesionales puede aplazar el verdadero tratamiento.
  • Estigmatización interna y social: las etiquetas adoptadas por autodiagnóstico pueden reforzar estigmas personales o afectar el entorno familiar, laboral y escolar.
  • Desgaste en los sistemas de salud pública: la saturación de servicios debido a consultas motivadas por búsquedas en línea o contenidos virales ha sido advertida por sistemas de salud como el NHS en Reino Unido.

Los profesionales: clave para un diagnóstico confiable y ético

La psicología y la psiquiatría son disciplinas basadas en protocolos, entrevistas clínicas, pruebas estandarizadas y formación profesional continua. Un diagnóstico no se establece con un test online ni con un video de 30 segundos, sino con la historia clínica, el contexto vital de la persona, su funcionamiento social, emocional y cognitivo.

Buscar ayuda profesional no solo permite un diagnóstico certero, sino también un acompañamiento respetuoso y ético, orientado al bienestar real y no a la popularidad o el contenido viral.

Internet como herramienta, no como diagnóstico

El acceso a la información puede empoderarnos, pero también desinformarnos si no sabemos discriminar las fuentes. Internet puede ser un aliado en la psicoeducación, en la búsqueda de ayuda y en la normalización de los procesos emocionales. Sin embargo, no debe sustituir el contacto con un especialista. Usar internet para aprender es válido; usarlo para auto diagnosticarse, peligroso.

Conclusión

La salud mental es un terreno delicado que merece atención profesional. En un mundo digitalizado, debemos ser críticos con la información que consumimos y, sobre todo, responsables con lo que creemos sobre nosotros mismos. No todo síntoma es patológico, y no todo contenido viral es verídico. Diagnosticar un trastorno psicológico implica más que identificarse con una lista de características; requiere una mirada experta, ética y compasiva. Si te sientes emocionalmente desbordado, no acudas a Internet: acude a un profesional.

No eres un diagnóstico en tendencia. Eres una persona que merece atención profesional, humana y verdadera.

 

 

 

Author

Psiq. Constanza

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