Ansiedad: el mal silencioso que inunda al ser humano moderno

Vivimos en una era marcada por la hiperconectividad, la prisa constante y una sensación generalizada de que no hay tiempo suficiente para vivir. En medio de esta vorágine, la ansiedad ha emergido como uno de los principales malestares mentales de nuestra época. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 300 millones de personas en el mundo padecen trastornos de ansiedad, y esta cifra continúa en aumento año tras año (WHO, 2017). Pero ¿realmente comprendemos qué es la ansiedad? ¿Qué implica vivir con ella diariamente? ¿Y por qué parece que estamos atrapados en una mentalidad que nos impide habitar el presente?

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una experiencia psicológica compleja que puede definirse como un sentimiento que se deriva de la emoción básica del miedo, pero con un matiz cognitivo predominante. Es decir, mientras que el miedo surge como respuesta directa e inmediata ante un peligro real, la ansiedad aparece ante una amenaza anticipada, muchas veces imaginada o proyectada hacia el futuro.

Desde esta perspectiva, la ansiedad no es solo una emoción, sino más precisamente un sentimiento con una fuerte carga mental, anticipatoria y discursiva, que se alimenta de pensamientos recurrentes sobre lo que podría salir mal. Así, la ansiedad puede definirse como un estado de vigilancia constante generado por la interpretación cognitiva de una posible amenaza.

Desde el punto de vista clínico, el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) clasifica los trastornos de ansiedad como un grupo de condiciones caracterizadas por miedo o ansiedad excesivos y alteraciones del comportamiento asociadas. Estos trastornos se diferencian por los objetos o situaciones que provocan ansiedad, aunque comparten síntomas similares.

Trastornos de ansiedad según el DSM-5

  1. Trastorno de ansiedad generalizada (TAG):
    Preocupación persistente y excesiva por múltiples temas, difícil de controlar, acompañada de síntomas físicos como tensión muscular, insomnio, irritabilidad y fatiga.
  2. Trastorno de pánico:
    Episodios súbitos e intensos de miedo acompañados de síntomas físicos (palpitaciones, falta de aire, sudoración, mareo), con miedo persistente a que se repitan.
  3. Fobia específica:
    Miedo desproporcionado e irracional hacia un objeto o situación específica (como volar, ver sangre, animales, lugares cerrados, etc.).
  4. Fobia social o trastorno de ansiedad social:
    Miedo intenso a situaciones sociales donde la persona pueda ser observada, juzgada o humillada. Se evita hablar en público, interactuar con desconocidos, etc.
  5. Agorafobia:
    Ansiedad extrema en lugares donde escapar podría ser difícil o donde no se podría recibir ayuda en caso de una crisis (multitudes, transporte público, espacios abiertos o cerrados).
  6. Mutismo selectivo:
    Incapacidad constante para hablar en situaciones sociales específicas (como en la escuela), pese a poder hacerlo en otros contextos (como en casa). Es más común en niños.
  7. Trastorno de ansiedad por separación:
    Miedo o ansiedad excesiva al separarse de figuras de apego, con síntomas como preocupación por la seguridad del ser querido, pesadillas, malestares físicos o evitación.

Es importante destacar que otros trastornos relacionados con ansiedad, como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno por estrés postraumático (TEPT), aunque antes estaban dentro de esta categoría, ahora se clasifican en grupos distintos en el DSM-5, debido a sus características clínicas particulares.

¿Por qué vivimos más en el futuro que en el presente?

Una de las causas más frecuentes de ansiedad es la hiperfocalización en el futuro. La mente humana, al buscar prever y controlar posibles amenazas, se proyecta constantemente hacia lo que “podría pasar”, generando escenarios hipotéticos que, si bien no siempre son reales, sí activan el sistema de alerta como si lo fueran. Este fenómeno se conoce como sesgo de negatividad anticipatoria.

Este funcionamiento mental nos desconecta del aquí y ahora, alimentando un estado de vigilancia permanente. En lugar de aceptar la incertidumbre como parte natural de la vida, muchas personas desarrollan una necesidad compulsiva de anticipar, lo que paradójicamente aumenta el malestar.

Efectos de la ansiedad en la vida diaria

Cuando la ansiedad se instala como un huésped constante, sus efectos no se limitan a lo mental. Se ven alteradas funciones vitales como el sueño, el apetito, la concentración, la capacidad de disfrute y las relaciones interpersonales. También puede derivar en problemas físicos como fatiga crónica, trastornos gastrointestinales, cefaleas tensionales y desequilibrios hormonales.

Además, muchas veces la ansiedad se convierte en la antesala de otros trastornos como la depresión, el insomnio crónico o incluso adicciones, como formas de evasión del malestar psíquico.

¿Cómo manejar la ansiedad?

Aunque la ansiedad no puede eliminarse por completo (ni debería intentarse, pues cumple una función), sí es posible regularla y reducir su impacto negativo. Algunas estrategias clave incluyen:

  • Mindfulness y atención plena: técnicas basadas en el presente que disminuyen la rumiación mental y aumentan la conciencia corporal y emocional.
  • Reestructuración cognitiva: identificar y cuestionar los pensamientos irracionales o distorsionados para sustituirlos por interpretaciones más realistas.
  • Ejercicio físico: ayuda a reducir los niveles de cortisol y aumentar serotonina y dopamina, neurotransmisores vinculados al bienestar emocional.
  • Terapia psicológica: ha demostrado alta eficacia en el tratamiento de los trastornos de ansiedad.
  • Cuidado del estilo de vida: priorizar el descanso, establecer rutinas saludables y reducir el consumo de estimulantes.

Conclusión

La ansiedad no es una debilidad ni una señal de que algo está «mal contigo». Es una manifestación de una mente sobrecargada que intenta adaptarse a un mundo lleno de estímulos, exigencias y expectativas. El verdadero reto está en aprender a convivir con ella, comprender su origen y trabajar en reconectarse con el presente, con lo real y tangible. Solo así será posible volver a un estado de mayor armonía y funcionalidad emocional.

“La ansiedad no se vence huyendo de ella, sino aprendiendo a mirarla de frente, con presencia, comprensión y humanidad.”

 

Bibliografía

  • American Psychiatric Association. (2022). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5-TR®). Editorial Médica Panamericana.

 

Author

Psiq. Constanza

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